Observo como cae al suelo el cuerpo inmóvil de Silvia y dejo que me fallen los músculos cayendo de rodillas y abrazándola, suplicando que me perdone una y otra vez y deseando que el cañonazo tarde lo más posible en sonar, y de hecho no suena. Se desvanece sin más como si nunca hubiera estado allí, y de algún modo siento cierto alivio pero me invade un vacío enorme.
Esta claro que esa cosa no era Silvia, ya que si no habría sonado el cañonazo característico, aunque no lo sabré a con certeza hasta esta noche cuando muestren a los fallecidos.
Aun así el vacío no se va. Me siento solo y sin fuerzas para seguir, y si ahora me topara con algún tributo sería mi fin por lo que me quedo en la cueva y hago recuento de mis armas y provisiones.
Tengo demasiadas armas y no hacen otra cosa que ralentizarme y agotarme, por lo que me deshago del arco, ya que ni se utilizarlo y lo parto en dos junto a las flechas con la ayuda de un hacha para que no le sea de utilidad a ningún tributo una vez me vaya de allí.
Descargo un poco la mochila tomándome una manzana y unas cuantas tiras de cecina y apoyo la cabeza contra la pared dejando que mi mente viaje al distrito 7. Estoy cortando árboles con Kate como tantas veces hemos hecho, pero hay algo que no me cuadra. Kate tiene la voz de Silvia y de pronto le empiezan a salir garras y me mira con una sonrisa demasiado parecida a la que me mordió hace un rato. Me despierto sobresaltado, pero todo esta oscuro.
Salgo al exterior de la cueva y veo las estrellas, lo que quiere decir que he dormido todo el día a pesar de que me ha parecido un momento. Supongo que dentro de poco me aclararan si esa era Silvia o no, aunque me doy cuenta de que si ha muerto por otras causas aparecerá entre los tributos caídos y de esa forma no sabré si la he matado o no.
Al cabo de un rato suena la odiosa música del Capitolio y con ella la hora de la verdad. Salen dos tributos y uno de ellos me sorprende, aunque no de lo forma en que me temía. La primera en aparecer es Kate, como ya sabia, y acto seguido no es Silvia sino Bob el que aparece, lo cual me alegra doblemente, ya que ha muerto otro de los profesionales y Silvia aun sigue dando guerra por ahí.
No se quien habrá sido capaz de acabar con esa mole de músculos, ya que no quedan muchos con el potencial suficiente para hacerlo, pero dejo de pensarlo y me alegro de haberme quitado esa gran piedra del camino hacia casa, lo que me recuerda que tan solo quedamos 7, entre los que estamos Silvia y yo, los hermanos del 2, Brian, Caroline y Peter, el tributo sordo.
Me subo a un árbol, ya que a estas horas estaría indefenso si alguno me pillara por sorpresa y me dispongo a tomarme unas cuantas tiras de cecina y un poco de agua. Esta caliente pero supongo que me aliviara un poco la sed.
Al cabo de un buen rato me quedo dormido y sorprendentemente no sueño nada. Mi mente debe de estar demasiado cansada como para preocuparse de ello.
Me despierto por la mañana con unos ruidos de pasos apresurados. Es Peter huyendo de algo que no alcanzo a ver. De pronto un cuchillo se clava en su espalda. Este se gira hacia atrás y una lanza le atraviesa el pecho ensartándole en un árbol. Aparecen Zak y Vivian y él recoge su lanza dejando caer a Peter al suelo para después clavársela en la cabeza y rematarle.
Un aerodeslizador viene a recogerle y yo permanezco inmóvil rezando para que no noten mi presencia, y tengo suerte ya que pasan de largo. No se como Peter ha aguantado hasta ahora en las condiciones en las que estaba, pero a veces el instinto de supervivencia es muy fuerte y esta claro que el lo tenía.
Me vienen a la cabeza todas las cosas que me han pasado estos días, y las veces que he estado a punto de morir. Me ha costado llegar hasta aquí sudor y sangre y no pienso rendirme ahora que estoy cada vez más cerca de ganar los juegos. Lo que más me duele es que Silvia tenga que morir para ello. No se lo merece y si pudiera hacer algo para salvarla conmigo lo haría, pero tengo la obligación de volver con Kate y mis padres, ya que no la puedo dejar sola con el bebé y mis padres no pueden perder otro hijo.
Por eso espero no tener que verme en la situación de quedar los dos solos, ya que no creo que fuera capaz de matarla. Casi me da algo cuando maté a esa cosa que quería parecerse a ella, así que no me quiero ni imaginar como sería matarla de verdad.
Por el momento decido quedarme donde estoy, ya que tengo comida para varios días y agua para unos dos días si me la raciono bien, y además aquí estoy bastante resguardado de los tributos que puedan pasar. Con suerte se matarán entre ellos mientras yo estoy aquí.
Sin embargo mi idea no dura mucho, ya que al rato empieza a diluviar y un rayo parte en dos el árbol donde estoy catapultándome de bruces contra el suelo. Me hago bastante daño, pero no lo suficiente para quedarme parado sin hacer nada. Me levanto y me dispongo a buscar una salida del bosque lo mas rápido posible, ya que estoy en el mejor sitio para que me caiga un rayo y deje en el sitio.
Al cabo de un rato me encuentro con la pirámide de los profesionales, pero no entro, ya que prefiero que me caiga un rayo que enfrentarme a esas dos máquinas de matar. Y hago bien ya que al poco salgo del bosque y llego a la explanada de los baobabs de nuevo.
Me alejo de allí dejando atrás el bosque y los baobabs y me aventuro a una parte de la arena donde nunca he estado.